Cuenta la leyenda que hace mas de 4000 años el emperador
Chen Nung viajaba con su escolta por una lejana comarca de su enorme país. Como
el viaje era largo y agotador ordenó que le dejasen descansar a la sombra de
unos árboles para protegerse del sol. El emperador se sentó con las piernas
cruzadas bajo un arbusto desconocido. De inmediato pidió un tazón de agua
hirviendo, pues estaba muy sediento y era el único remedio que conocía para
apagar la sed. Sus servidores se apresuraron a llevárselo. En aquel momento
cayó una hoja en el tazón del emperador. Chen Nung bebió el agua sin reparar en
ello, y al hacerlo, un perfume a un tiempo dulce y a otro amargo le llenó la garganta. Intrigado,
inspeccionó el fondo del tazón y encontró la hoja que propagaba tan fascinante
perfume y delicado sabor. “Acababa de nacer el té”
jueves, 23 de enero de 2014
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